Ayer de tanto ver celebraciones con motivo del día del libro, empecé a recordar cuando era niña la cantidad de libros que tenía mi padre, y sigue teniendo, gracias a él me inicié en el mundo de la lectura. Recuerdo las enciclopedias de animales de Félix Rodríguez de la Fuente, de lugares del mundo, libros de aventuras, novelas, y los que me acompañaban siempre, los cuentos de Walt Disney, que nunca deberían faltar en la vida de un niño.

De esos que leía  mi padre me llamaban la atención,  con el tiempo y según fui creciendo, los de Julio Verne. ¡Eran mágicos!, con ellos podías dar la vuelta al mundo en 80 días, viajar 5 semanas en globo, recorrer 20.000 leguas de viaje submarino, ir de la tierra a la luna o encontrar la isla misteriosa. Cada uno de esos libros me hacia sentir la protagonista de grandes aventuras.

Con el tiempo y ya sin tanto tiempo, la lectura pasó a un segundo o tercero o cuarto plano hasta que aparecieron  en mi vida los libros de inteligencia emocional, Louis Hay, Coelho, budismo, taoísmo,  y todas aquellas cosas que al leerlas me hacían aprender y sentir mejor como persona, crear mi propio yo.

Ahora, si bien, sigo con mi aprendizaje vital, soy feliz porque de nuevo Disney está en mi presente, aunque creo que nunca se fue, tratando de que mis kids, adoren leer y descubrir mundos fantásticos, a las princesas y príncipes , se les ha unido Pepa Pig, Geronimo Stilton y otros personajes pero poco a poco los libros de mi papá, ahora el abuelo, volverán a salir de la estantería para contar sus historias.

Todas y todos los que tengáis niños en vuestras vidas hacedles un gran favor, ¡regaladles libros!